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  • Foto del escritorBernardo Ramírez

¿Qué tanto interviene el género en la crianza?


¿Qué tanto interviene el género en la crianza?


La respuesta es en todo.


Para entender el concepto de género debemos entender que es una construcción social, lo que es femenino para nosotros en México no es igual al otro lado del mundo, lo masculino se construye también diferente en otros lados.


Cuando estamos educando a nuestros niños y niñas, lo hacemos desde nuestra propia perspectiva, desde nuestra escala de valores, desde nuestro entendimiento del mundo a partir de nuestras propias experiencias, tratamos a veces de no repetir patrones que a nosotros no nos agradaron cuando éramos niños o jóvenes, sin embargo, a veces pareciera que lo traemos en la sangre, justo cuando nos sale el regaño al estilo que nuestra mamá o papá nos regañaba. Todo esto son conductas aprendidas, están ahí presentes, son parte de uno mismo, hay gente que empieza a cuestionarse si la forma en que fue criada fue la mejor y a partir de ahí encontramos nuevas formas de paternar y maternar.


La crianza con perspectiva de género nos permite hacer un análisis sobre las diferencias que hacemos con niños y niñas en la educación, en los roles familiares, en las responsabilidades, en el tipo de juego y en las actividades recreativas que buscamos para nuestros hijos e hijas.


La identidad de género se instala entre los dos y tres años de edad, al mismo tiempo que el lenguaje, es anterior a su conocimiento de la diferencia anatómica entre los sexos. Desde dicha identidad, el niño estructura su experiencia vital (Lamas, 1991); el género al que pertenece lo hace identificarse en todas sus manifestaciones: sentimientos o actitudes de "niño" o de "niña", comportamientos, juegos, etc. Cuando un niño se sabe y asume como perteneciente al grupo de lo masculino y una niña al de lo femenino, ésta se convierte en un tamiz por el que pasan todas sus experiencias. El trato diferencial que reciben niños y niñas sólo por pertenecer a un sexo, va favoreciendo una serie de características y conductas diferenciadas.


Si queremos que tengan iguales condiciones debemos fomentar un piso parejo desde pequeños, a qué me refiero, debemos de promover por igual las responsabilidades, desde el ejemplo, no es “ayudar a mamá” en la casa, es “en conjunto mantenemos limpio nuestro hogar”, no es “cuando llegue papá, le voy a decir lo que hiciste” no se trata de delegar la figura de autoridad a uno u otro, no es “hija sírvele a tu hermano” “hijo, si salgo, debes cuidar a tu madre y/o hermana, por que eres el hombre de la casa”.


Debemos fomentar una infancia feliz, libre de condiciones y determinantes sociales, que puedan expresar sus emociones, sentimientos, miedos, enojos, que papá y mamá sean figuras que protejan, motiven, guíen; que se teja ese vínculo tan importante de confianza, dónde realmente nos aseguremos que cuando nuestra hija o hijo tenga un problema, seamos papá y mamá los primeros en ser fuente de ayuda.


Texto de Aurora Tovar D.


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